La ciudad y los perros
I -Cuatro -dijo el Jaguar. Los rostros se suavizaron en el resplandor vacilante que el globo de luz difundía por el recinto, a travésde escasas partículas limpias de vidrio: el peligro había desaparecido para todos, salvo para PorfirioCava. Los dados estaban quietos, marcaban tres y uno, su blancura contrastaba con el suelo sucio. -Cuatro -repitió […]